¿Por qué (algunos de) los dependientes de GamePlanet © son tan mamones?

El martes 24 de noviembre, fecha de la salida de Gran Turismo 5 en México, me dirigí con alegría en el corazón y una canción en los labios a mi tienda de videojuegos favorita, (bueno, casi, en realidad es la que más cerca se encuentra del G-Bunker, así que el peso de mis cojones la convirtió en mi tienda habitual). En ella he gastado ingentes cantidades de dinero, casi siempre cuando no aguanto la expectación creada con respecto a un titulo de renombre (Killzone 2, MW2, GoW 3). En fin, como en dicha tienda creen firmemente en la filosofía esa "de mejor tarde pero sin sueño" abren hasta las 11:00 hrs. y yo desvelado como estaba decidí recorrer una librería (adquirí Ubik, de Phillip K. Dick) y tirarme sobre la banca de un parque para leer bajo los rayos del sol hasta la apertura del local.
Cinco minutos después de las once ya estaba ahí, me dirigí hacia el dependiente y solicité, con la gracia que me caracteriza, que fuera tan amable de venderme una copia de aquel juego tan esperado... tras lo cual el sujeto, del tipo más bien longilíneo y delgaducho, me miró de pies a cabeza mientras una nube de incertidumbre cruzaba por su vítrea mirada, sus conjuntivas congestionadas dejaban ver que no comprendía de qué le hablaba y sin el menor recato sorbió un moco, para más detalles: el tipo vestía la camiseta roja del local y una gorra ladeada que hacía juego, le repetí amablemente mi pedido mientras oteaba los alrededores esperando encontrar la pipa de agua delatora, la lengua seca... o tal vez un pequeño hilo de sangre serpenteando por el piso del local... sin duda procedente del conducto auditivo de algún compañero de trabajo, recientemente asesinado haciendo uso de un objeto de bordes romos... pero no, no vi nada de eso. Repentinamente, la mirada turbia del tipo se disipó, elevó su cuerpecillo cuan largo era, inhaló aire aumentando tres milímetros el diámetro de su tórax (en estos momentos me recordó, sin duda alguna, a la mangosta mata serpientes del cuento de Kipling) y dijo: "el forza es mejor", a lo cual respondí (sin pensar, of course); ¡me cago en forza y la puta que te parió, joder! Eso es lo que pasa cuando se sufre el infortunio de tratar con un cabroncete ordinario como el que esto escribe... afortunadamente las cosas no llegaron a más gracias a la pronta intervención del vendedor (bastante amable y menos viejuno) con el que trato habitualmente, y todo esto... ¿a qué viene?

Pues a que después de este vergonzoso incidente me ha dado por buscar una respuesta al titulo de esta entrada, a continuación mis elucubraciones:

1.- No, no son mamones, yo soy un pendejo arrogante que tiene a bien maltratar a la gente un día si y el otro también.

2.- Si, son unos mamones, es parte del perfil psicológico para cubrir el empleo, y si no reúnen los puntos necesarios, simplemente no los contratarían.

3.- En un principio son todos buenas personas, apasionados del mundo del videojuego que sueñan con ser parte de la industria desde el escalón mas bajo, y poco a poco, con esfuerzo y tesón llegar a ocupar el sillón reforzado de Gabe Newell, sin embargo, el trato constante con tipejos inmundos como el que suscribe, los amarga y vuelve un poco más hijos de puta cada día, ergo, G ataca de nuevo truncando lo que sin duda sería la fabulantástica vida de un prometedor joven.

4. En realidad se trata sólo de casos aislados de dependientes que han alcanzado una avanzada edad detrás del mostrador de una tienda de videojuegos, con calvicie incipiente, malestares intestinales frecuentes (seguramente originados por la sodomía constante a la que son sometidos por sus jefes inmediatos), y una familia que mantener, y así pasan sus grises vidas soñando todos los días con los fuertes brazos de Marcus Phoenix rodeando su cintura...

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