Oliver Twist (1837-1839) Charles Dickens

La Teoría de Butters.

Cuando Oliver nace, o mas bien, a los pocos minutos de su nacimiento, su madre muere y de inmediato el pequeño Oliver es enviado a un hospicio,lugar en el que a pesar de las más tiernas atenciones que le prodigan logra sobrevivir y crecer con un corazón puro y límpido. Sin embargo, un mal día, comete la imperdonable imprudencia de pedir un pedazo extra de pan (o de budín, o de bizcocho, o de lo que sea) y de ahí en adelante es catalogado como el peor de los internos y de inmediato es puesto bajo vigilancia estrecha, ya que dicha conducta augura que se convertirá en el peor de los estranguladores en serie. Este hecho desafortunado precipita que Butters (perdón quise escribir Oliver), sea enviado a trabajar como pupilo de una funeraria, (todo con tal  de deshacerse de él, ya que ni siquiera como deshollinador ha perseverado). Pero en este nuevo oficio asciende rápidamente, ya que su tez demacrada, grandes ojos y aspecto de total indefensión resulta  conmovedor y sumamente rentable en los funerales infantiles. Pero (con Butters, siempre hay un pero) al poco tiempo nuestro tierno protagonista se granjea el odio de las personas con las que cohabita, y en un arranque de ira, (¡a su madre  ni mentarla!) le prodiga una tremenda golpiza al otro ayudante del funerario, situación que le obliga a huir, como todo malhadado delincuente en ciernes, a Londres...

Ya en Londres Butters se encuentra con todo tipo de personajes estrafalarios, cada uno más malvado que el anterior, aunque su inocencia no se deja corromper. De esta forma mientras aprende a robar pañuelos y convive con meretrices conserva su encantadora (y a veces incomprensible) inocencia...

A vuelo de teclado...

El humor de Dickens es lo que más se aprecia de su prosa. Dickens, se quiera o no, puede dibujar una sonrisa en tu rostro ante las innumerables crueldades con las que se enfrenta Oliver y pinta de forma más que convincente el sistema social que le rodea. Sin embargo, siendo honestos, el protagonista acaba por cansar con rapidez al lector, sobretodo cuando una serie de desafortunados sucesos lo alejan de quien le brinda protección. Es por ello que los malvados (Sikes, Fargin) y demás personajes secundarios acaban por tomar relevancia y al final resultan más atractivos que el protagonista, que de tan bueno termina por resultar un fastidio. Ya casi al final del libro me preocupaba más el destino del perro de uno de los malo-malosos, que el de Nancy, la prostituta con corazón de oro que tanto ayuda a Oliver, o incluso la buena-buenisima de Rose Maylie, (que de tan abnegada y sufrida se vuelve odiosa y acabas por desear que se atragante con una espina de  pescado). Sin embargo, en conjunto el libro es recomendable.



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