La reina del pacífico: es hora de contar (2008) Julio Scherer García

Pareciera la típica mujer de clase acomodada, con la cabeza llena de aire y los senos de silicona. La nariz un poco desviada a la derecha. La mirada inescrutable, difícil de interpretar. Sandra Ávila Beltran, la reina del pacífico, entrevistada por Julio Scherer, tras su detención en un restaurante Vips en San Jeronimo, nos pinta su propia estampa, su estampa de la sociedad narca, y de como se mezcla, corrompe y ensucia todo lo que toca, incluyendo a los representantes del Ejecutivo, a esas "autoridades" llamadas Ministerio Público o Policía Federal. Narra, como buscando la simpatía del entrevistador, su nacimiento dentro de la sociedad narca, rodeada por lujos inimaginables, poseedora de cientos de joyas, varios autos, centenares de predios, y una cuantiosa fortuna: ella no pide nacer ahí, rodeada de lujo y violencia la desgracia parecía seguirla, esposo, corrupto y policía, muerto, luego el amante y el otro amante... ella, indefensa en la vorágine de muerte creada por el Narco, no parece encontrar salida... aunque tampoco, en honor a la verdad, se muestra demasiado deseosa de buscar, de soltar todo y largarse, de exiliarse o apartarse para siempre del poder del narco... luego, el secuestro del hijo querido, que regresa tras un intercambio monetario enorme, y una vez más parece apelar a la simpatía del entrevistador, quien no juzga, completa, señala, pero se abstiene de dar un opinión.

A vuelo de teclado.

Intente leer la Reina del Sur, de Pérez-Reverte y no pude. Es, que recuerde, el único libro que he abandonado para nunca volver. Creo que la lectura es un acto de hedonismo, pero me gsuta imponerme algo de disciplina, si empiezo a leer un libro lo termino, ya tendre tiempo para quejarme de sus execrencias, sin embargo con ese libro no pude. Me aburrio y me fastidio a la vez, y con gusto le abandone. Me gusta mas Alatriste. Pero, al comparar la vida novelesca y la vida real, pienso que la realidad nos queda a deber. ¿Sera a proposito? Sandra Ávila, sin dejar de pensar en la grabadora se nos presenta como una mujer un tanto mocha, que aunque disfruta de los beneficios del narco, y quisiera condenarlo, simplemente se rinde ante su fuerza, no sin lamentarlo, pero, que a pesar de todo ello, nunca pareciera interactuar con esa sociedad narca en busca de beneficio, solo, de forma pasiva, sin  negarse a recibir carretadas de dinero, pero sin ensuciarse las manos. Tal vez solo recibir salpicones, pero nada mas. Y no le creo. 

Por otro lado, la prosa de Scherer da envidia. Su economia de lenguaje su precisión casi telegrafica, adornada con imagenes fuertes y poeticas, a la vez que breves y concisas es unica. Solo Monsivais, en su estilo único se me antoja tan preciso, y solo Hemingway, tan descriptivo y a la vez tan breve, periodista, al fin y al cabo, me vienen a la mente mientras leo a Scherer. Una entrevista imprescindible, de esas que es mejor leer entre lineas.

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