De qué hablo cuando hablo de correr, Haruki Murakami.


Conocí a H. Murakami, leyendo Tokio Blues, no negare que fue una compra mas o menos fortuita, y mas o menos a regañadientes, no suelo hacer caso del Top Ten del café-librería o librería a secas de turno y, a veces, me da por rehuir de los autores demasiados po
pulares. Pero esa novela corta me gusto, me gusto mucho a decir verdad. La capacidad de evocar atmósferas, volviendo un poco cómplice al lector, y lograr que este añore lo que nunca jamas sucedió, con perdón de Sabina, no es cosa fácil. Y poco a poco fui leyendo casi todas sus obras, y cuando esto pasa es inevitable que el lector se forme una imagen mental del autor, sin necesidad de que este comente o haga referencias de forma abierta hacia su persona, simplemente pasa. Y el lector la mayoría de las veces queda mas que satisfecho con esa imagen mental, y quien ya ha leído un poco a veces se decepciona cuando descubre que uno de sus escritores de cabecera es lo mas cercano a un nazi que pueda existir en estos tiempos, o que ha financiado su obra a expensas de un régimen opresor, viviendo del erario publico, o que simplemente es un megalómano de proporciones épicas... en
el mejor de los casos esto decepciona al sufrido lector, y este hace un punto y aparte, separando al autor de la obra. En el peor, es tal el desagrado que la obra que antes se disfruto se convierte en algo aborrecible, que se prefiere no volver a leer. Este es el riesgo de las biografías. Y claro esta que uno las lee bajo su propio riesgo.

De qué hablo cuando hablo de correr.

Propiamente no se trata de una biografía, es mas bien una recopilación de momentos, anécdotas, hechos fortuitos encadenados por la afición de Murakami a correr. Me corrijo, no solo es su afición a correr, sino a correr en serio, y parte de lo que hay detrás, el duro entrenamiento, las sensaciones que recorren a un ser humano en esas circunstancias extraordinarias. También nos da un breve vistazo al ego del autor, a uno que otro descalabro pero sobretodo a una disciplina férrea. En este pequeño libro, Muraka nos deja imaginar un poco esta disciplina, esa disciplina que lleva alguien a sentarse frente a una hoja en blanco determinada cantidad de horas al día, durante buena parte de su vida, y poco a poco ir llenadola de palabras, hilvanando frases, de esa disciplina que puede llevar, a una persona sutilmente diferente, a correr y correr durante cuatro horas continuas. En el caso de Murakami esta disciplina lo lleva a hacer ambas cosas.
Como es común en su obra la prosa es muy fluida, vamos, que el lector reconocera a un autor con oficio que se deja leer sin complicaciones. No puedo agregar mas de este libro, tan solo que es enteramente recomendable, sobretodo para los que se encuentran ávidos de mas textos de este maestro japones, al menos podéis estar seguros de que no decepciona, estas pinceladas auto-biograficas no destruyen la imagen mental previa, tan solo la refinan, añadiendo sutiles detalles.
Haruki Murakami

Comentarios