Hijos de los Hombres (1992) P. D. James.

La humanidad se enfrenta a la extinción: todos los que habitan el planeta  han dejado de ser fértiles y el ser humano más joven,  bien puede convertirse en el último. Los gobiernos alrededor del mundo, tras una serie de esfuerzos infructuosos se han dado por vencidos, y en Gran Bretaña, un dictador se erige brindando ciertas comodidades a sus ciudadanos, a cambio de sumisión Inglaterra envejece con cierta dignidad, mientras usa y desecha a los jóvenes del tercer mundo, sacrificándolos en aras de esta apariencia de serena decadencia. El primo del Guardián de Inglaterra, Theo, un académico solitario ligeramente misántropo, ligeramente amargado, cínico o pragmático según se le mire, carga sobre sus hombros un divorcio y el asesinato de su hija, además de que, mal y tarde, y sólo por amor, se auto-impone el deber de mejorar la dictadura benévola que su primo administra, quizás, con su intervención los últimos rescoldos de la humanidad puedan brillar iluminando el planeta como testimonio de todo lo bueno de una especie...
Si ya has visto la película es posible que este libro te sorprenda, sobretodo porque aunque la premisa sea la misma, la interpretación y las situaciones se escinden de forma tal que las historias terminan por parecerse muy poco. El Theo de la novela es un personaje solitario, atormentado por el pasado y cínico hasta la medula que explora con cierta delectación sus llagas más profundas, esta actitud provoca en el lector la necesidad de voltear el rostro hacia otro lado, al mismo tiempo que continuas morbosamente la lectura.

Por otro lado es difícil catalogar esta obra como ciencia ficción, ya que se encuentra muy alejada de lo más duro del género y aunque explora con libertad la parte blanda, psicológica y sociológica de una situación limite no acaba de transmitir la sensación de ser una obra característica de ciencia ficción, lo cual no es algo malo, en realidad incrementa la sensación de realismo y pesadumbre que transmite la obra. Recomendable.

A vuelo de teclado.

Haciendo eco de las palabras de Gurruchaga; "No soy un tipo complicado, de delicado paladar..." me permito reflexionar lo siguiente: Sobre Héroes y Tumbas me provoca la necesidad de calentar vino tinto en el microondas, arrebujarme en una mantita y leer buena parte de la noche... Tal vez con un poco de suspicacia ante esos pequeños ruidos que sólo se escuchan de madrugada. Hijos de los Hombres, en cambio me hace imaginarme sentado a la sombra, una tarde calurosa de abril, con un cigarrillo entre los dedos, sorbiendo con pereza un vaso grande de clarete.  Pero es que así de bárbaro (bar, bar) soy, caliento el tinto en mcrooondas, lo bebo en un vaso de plástico lleno hasta rebosar, es lo malo de haber sido criado en un establo.



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