Informe sobre ciegos, el cómic, (¿1994?) Alberto Breccia

Ernesto Sábato escribió la mejor novela del siglo pasado y se llama Sobre héroes y tumbas. Hasta ahora me ha resultado imposible encontrar otra obra que reúna tantas cualidades: es obscura, deprimente y esperanzadora a la vez, te puede arrastrar a la mas vil oscuridad o embelesarte con la más etérea belleza, define el odio, el cinismo, la locura y el más puro de los sentimientos, todo en unas pocas páginas que se pasan como un suspiro. Sin duda se trata de una obra maestra. Además posee recursos auténticamente lovecraftianos, que aplicados con maestría incrementan el interés por el relato. Siempre me he preguntado que hubiera opinado el maestro de Providence tras leer esta novela...

Un capitulo fundamental, pero autocontenido, de la historia, es el Informe sobre ciegos, en donde se nos revela uno de los ejes de la trama... en esta adaptación al cómic Breccia se enfrenta a una labor titánica... labor que acaba por superarle.

Un poco de historia.


En el informe sobre ciegos, el hermano de Alejandra, Fernando Vidal, descendiente de una buena familia venida a menos, se adentra en lo más profundo y retorcido de su psique; puedes interpretar que se trata del relato de un hombre desequilibrado, con una profunda oscuridad subyacente, de un tipo que está un poco jodido, un  poco loco, puedes creer, si te place, que su personalidad ha superado lo ezquizoide, que ha perdido el norte y que la realidad se le desdibuja con frenesí, sin que lo note o sin que siquiera le importe, y ya que vamos en ese plan te puede interesar creer que Fernando ya no distingue entre la percepción consensual que conocemos como realidad y las alucinaciones, o simples ilusiones. Me repito, puedes creer todo esto, es lo más cómodo. También puedes elegir creer que la narración de Fernando es literal, y tal vez te provoque desasosiego, un extraño hormigueo por debajo del diafragma, tal vez sientas como tu vía aérea se estrecha cada vez más, tal vez la próxima vez que te encuentres con un ciego evites darle la mano, tal vez al recorrer la ciudad a plena luz del día no puedas evitar echar un vistazo por encima del hombro. Yo elijo la segunda opción. Es lo más divertido.

A vuelo de teclado.

Se trata de una novela gráfica de cuarenta y pocas páginas, ganó un premio (en Barcelona) durante los años noventa, derrotando a Sin City, de Frank Miller. Sin embargo, nunca acaba de transmitir las sensaciones que la obra original sí provoca, y es que su mayor rival es la obra literaria de Sábato, la serena majestuosidad con la que este describe los parques de Buenos Aires, la personalidad de Alejandra, o el amor pendejamente incondicional que le inspira a Mario,  o las fobias irracionales de Fernando. En ningún momento lograr dibujarse en el cómic. Si, ya sé, estoy pidiendo demasiado. Pero, tratando de ser un poco más justo, el cómic, como pieza única, como historia autocontenida no acaba de explicarse a sí mismo. La obra pierde en la traducción de la literatura a la narrativa gráfica, lo que no deja de ser una pena; ya que estoy seguro que ningún otro medio,  que no sea el impreso, será capaz de aprehender la obra de Sábato.
Me sabe mal, porque el nombre de Sábato viene en la portada, pero en este blog se califica: Mediocre.









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