Ready Player One (2011) Ernest Cline

Fan Service.


Este término se usa de forma más o menos despectiva para designar productos de entretenimiento, casi siempre audiovisuales, que buscan contentar a los fanáticos añadiendo detalles más o menos rebuscados que ciertos grupúsculos conocen con mayor o menor  profundidad. Es común que a este tipo de freakis de mierda sujetos les resulte imposible no tocarse un poco mientras discuten, elucubran o simplemente disertan hasta la saciedad sobre detalles nimios que cualquier ser humano normal encontraría insignificantes, pero que a ellos les provocan un malsano placer que raya casi siempre en lo patológico. Además, claro, de otorgarles un sentimiento de superioridad que infla su ego hasta la estratósfera.


Me encontraba rodeado de plata. Tenía un libro de Palahniuk en mi mochila y me sentía como si una fría bola de acero me oprimiera la boca del estómago. Un grupo de idiotas, un día antes había llegado a la plaza del pequeño pueblo en el que me encontraba y, como si les fuera la vida en ello, vociferaban el nombre de su candidato presidencial predilecto, el deficiente mental más despreciable de México: EPN, y el mal sabor de boca aún me duraba. Así que me encendí un cigarrillo (¡he vuelto a fumar después de casi cinco meses!) y caminé a la única  librería. Me tomó cerca de quince minutos decidirme entre una novela negra de Dan Simmons y este libro.

Hace falta hipertexto.

No negaré estar predispuesto en contra del autor: cualquier tipo que pose con un Delorean en la contra tapa de su primera novela debe de estar algo enfermo. Sin embargo, conforme pasaban las páginas y las horas, yo seguía como un idiota, leyendo y leyendo sin poder ni querer detenerme, esa sensación de esta-mierda-es-demasiado-buena-no-quiero-que-acabe, me acabó por subyugar. Ya tenía tiempo que no me pasaba algo así.

La historia no es original. En un mundo que atraviesa por una terrible crisis económica la mayoría de sus habitantes evaden la realidad a través de un videojuego multiplayer online (alucinación consensual, si les place) a través del cual se desarrollan prácticamente todas las actividades cotidianas y que en su inmensidad contiene cualquier cantidad de universos de series de ciencia ficción, ánime, fantasía, y un enorme etcétera. Cualquier mundo imaginado por cualquier autor (¿a poco no recuerda el multiverso de Heinlein explorado por Lazarus Long?) se encuentra disponible para su disfrute... siempre y cuando cuentes con el efectivo necesario... El programador/diseñador/artista conceptual/guionista/ director de este videojuego es un geek de pura cepa, que, al mismo tiempo es el hombre más rico (y poderoso) del mundo... Cuando muere, decide dejar todos sus bienes al aventurero/videojugador más capaz y más versado en las férreas disciplinas del retro. Series de televisión, comics, videojuegos, computación, etc, etc. Aquel freaky que reclame el trono debe poseer un conocimiento patológico de las artes más oscuras, sólo así podrá obtener las tres llaves y cruzar las tres puertas tras las cuales se esconde el huevo de pascua que provee de poder casi absoluto...

Por supuesto, hay un protagonista (Wade Watts, huérfano y con tía malvada como debe ser), un breve romance con otra freaky de pura cepa, una malvada mega-corporación, disparos, muertes, destrucción, robots gigantes, aspadas, hechiceros redivivos, juegos de rol, FPS, monstruos gigantes japoneses e incluso, Ultraman. Todo mezclado con un desparpajo tan absoluto que el lector embelesado, no puede dejar de sonreír. Si eres aquel tipo de sujeto para el que los nombres: Blinky, Pinky, Inky y Clyde, significan algo debes leer este libro. Imprescindible.

A vuelo de teclado.

Ya está escrito, es un libro absolutamente imprescindible... para cierto tipo de sujetos. Pero no hemos de dejar de lado que también se trata de literatura autocomplaciente. El autor ha seleccionado a su público con gran acierto y se ha dedicado a darle coba sin parar. Peeeerooooo.... vamos hay algo demasiado retorcido en ello, es una pena no poder comentarlo sin destripar detalles sustanciales de la trama. En el momento justo en que el protagonista y sus amigos abandonan sus trajes hápticos, se ven a los ojos sin avatares de por medio... en ese momento, el autor casi voltea la mirada, los sumerge de nuevo en la realidad virtual en lugar de enfrentarlos con la jodida realidad... La mejor literatura de ficción no evade la realidad, te ayuda a contemplarla desde otra perspectiva... y RPO no quiere cumplir con este objetivo... todavía, porque la secuela es inevitable.


Comentarios