El fútbol a sol y sombra (1995, 2008) Eduardo Galeano.


La triste (y a veces bella) historia del fútbol.

Galeano pinta muchas pequeñas estampas, y todas ellas tienen que ver con el fútbol.
De quienes participan, de sus orígenes, del racismo inherente en su "noble cuna", de su llegada a América, y como, jugando, jugando, se apropia del continente, de las primeras (y más recientes) estrellas, de Péle, de Garrincha, de Maradona, de cómo la pelota prefiere ser bien jugada, de cómo los cerrojos fueron desplazando al jugar por jugar, de los mundiales, de Havelange, de Parmalat, de criminales (como Gil y Gil), del uso y abuso del fútbol y de quienes lo juegan, de sus orgasmos, de la explotación  de los jugadores, de los esteroides (intra-articulares e intramusculares), de la muerte miserable de muchos, del equipo Uruagayo recorriendo Europa en trenes de tercera, de putas y de putos, de la televisión, del secreto bancario, de la esclavitud, de las cadenas, de televisa, de los goles con nombre propio, y de que el fútbol ya no es lo que era...













A vuelo de teclado.


1. Yo no estuve ahí.  


Era el año 2000, el gobierno del Distrito Federal llegaba a las manos del PRD, y aun no cumplía 20 años. La ciudad decidió regalar unos cuantos libros para todo aquel que se acercara al Zócalo, y por ello mis hermanastros y yo, diligentes y codiciosos, nos organizamos para acudir cada semana en pos de los preciados libros. Esa colección la coordinó PIT 2, con un acierto sobrehumano reunió a Richard Matheson con José Agustín,  mezcló Diez días que conmovieron al mundo con la Pasión de Zacco y Vanzzeti, y, a buena hora, nos presentó a una generación completa, las letras, la lírica y el valor de Eduardo Galeano, con sus Días y noches de Amor y de Guerra. Días, meses o años después, mi hermano y yo en ruidosa francachela compartíamos recuerdos... y me regaló la imagen de PIT 2, en chinga, desatando paquetes, repartiendo libros, orgulloso como un niño...

2. Y aún ahora...

... cuando recuerdo esta frase: "mi primera muerte fue así", aun me lleno de un loco deseo de sangrar; cuando pienso en  las venas abiertas de América latina, me pregunto qué coño ha pasado en estos doce años, desde que me encontré con Galeano. Y aún se retuerce dentro de mis tripas la indignación verdadera, el encabronamiento crónico con el que ya me estoy cansando de vivir, y, a veces, sólo a veces, una sonrisa se me escurre, como disculpándose, por los labios... también gracias a Galeano. Este discurso, dígase lo que se diga, me recuerda a Galeano, y me permite, cómo no, mantener la esperanza.

3. El fútbol.

No me gusta el fútbol. No le encuentro sentido a correr detrás de una pelota de cuero, y no disfruto en lo mas mínimo observar a 22 sujetos hacer lo propio durante 90 minutos. En el mejor de los casos me resulta aburrido, en el peor, dependiendo del comentarista, lo encuentro exasperante. Nunca he visto completo un partido de fútbol, y es muy poco probable que lo llegue a ver. Sin embargo, Galeano sabe tejer las palabras, en una urdidumbre tal, tan compacta y bien elaborada, que cuando el lector se da cuenta ya esta compartiendo las dichas y zozobras de tal o cual equipo, de tal o cual selección, de tal o cual hincha, pero no se detiene ahí, también  nos dibuja a los dueños del balón, su corrupción,  su descaro, y como conforme el fútbol se comercializa pierde buena parte de su magia. Absolutamente imprescindible, maxíme, si como yo, no comprendes el fútbol.


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