Baila, baila, baila (1983) Haruki Murakami

El protagonista  es un  redactor independiente, que tras divorciarse decide alejarse casi por completo de la realidad, abandonando su empleo, y convirtiendose en una especie de anacoreta (sin águila y sin serpiente), hasta que solo con su soledad un dia decide retomar su actividad laboral con excepcional energia y notables resultados. Se cataloga asimismo como un quita-nieves cultural; redacta cualquier cosa que se le solicite, desde reseñas de restaurantes a artículos para revistas femeninas, sin embargo y justo cuando se encuentra en la cima de su productividad decide cortar con todo... siente que algo echa en falta, así que decide regresar al Hotel Delfín, un establecimiento al que fue guiado por una prostituta, y en el cual espera encontrar la clave que reinicie su realidad, o traslape las realidades de las que se ha imbuido... aunque ni siquiera de eso esta seguro.


Dentro del Hotel Delfín le espera el Hombre Carnero y la única pista que tiene para el es: baila, baila, baila. Y sus pasos de baile han de deslumbrar a todos si quiere conseguir su fin ultimo que nunca queda del todo claro, pero del cual el lector bienintencionado, inevitablemente elucubrara, puede que se trate de encontrar el amor, o si les place de recuperar la capacidad de sentir amor, o de provocar en otra persona ese sentimiento, o, mas enrevesado, de evitar la despersonalización, reintegrarse a la realidad, o si te apetece y andas de animo solipsista simplemente reintegrar la realidad, reconstruirla de tal modo que en el universo no te encuentres fuera de lugar... pero las divagaciones pueden ser infinitas, y absurdas, que cada quien le lea y le interprete a su manera.





A vuelo de teclado.

Hace casi dos años, cuando el blog era joven y no podíamos dejar de tocarnos, escribí acerca de Héctor Belascoaran Shayne, de oficio detective independiente, y ahora mientras me sacudía el polvo de los pulpejos no pude evitar recordarlo. Mierda. Las similitudes son varias, aunque superfluas si se quiere, pero de algún modo mientras mas vueltas le doy mas insensatas similitudes encuentro entre ambas novelas, Héctor y el protagonista abandonan sus fuentes de ingresos, a los treinta y pocos años, cuentan con dinero suficiente para sobrevivir X numero de meses, ambos se alejan de lo cotidiano buscando llenar un extraño vacío existencial que no saben como (quie o que) les ha provocado, y  ambos se ven relacionados con asesinatos misteriosos. Nada mas. Se acaban las similitudes, pero en esencia, creo, que el tema que ocupa a estos autores es el mismo. ¿Me estaré volviendo (mas) loco?

Resumiendo.

Que me cuelguen de un espino, digo, si aquella vez que compare Scott Pilgrim con Gabriel Garcia Marquez, y al Gabo con Murakami andaba muy desacertado. La capacidad de Murakami para replantear la realidad, y llenarla de magia, solo la iguala Murakami (siempre un poco mas sórdido), y muy de cerca el bueno de Bryan lee O'Malley. Y es la mayor virtud de esta obra.
La novela tiene la cualidad de invadirte con esos estados de animo peligrosos, es como una celulita cancerosa que pronto se divide con voracidad, crea nuevos vasos sanguíneos y hace metástasis; cuando te das cuenta estas en Hawai, fascinado por una adolescente críptica, de pronto eres el mejor amigo de un actor bastante pendejo pero muy buena persona, y te encuentras casi-enamorado de la recepcionista de un Hotel de cinco estrellas, mientras que el mundo entero amenaza con desmoronarse a tu alrededor...
Pero le falta ese algo indefinible que si posee Kafka... o Crónica... o Tokyo... o El Fin del Mundo..., es por eso que solo puede ser recomendable.

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