México 2012: Ni perdón ni olvido al robo de la presidencia de la República (2006).

“... ¿tu qué hiciste cuando el país estaba en llamas, cuando la patria estaba ensangrentada, cuando la voluntad popular era burlada?...”



Del llamamiento al pueblo de México, de Fernandez Noroña.





Voy corriendo. Son las 11:10 y subo presuroso por las escaleras eléctricas del metro Constituyentes, uff, en estos momentos maldigo los últimos 10,000 cigarrillos que han llenado de carbono mis pulmones. Me acuerdo de la imagen del supuesto pulmón enfisematoso que por ley lucen todas las cajetillas de cigarro, y pienso que la antracosis pulmonar se ve mas bonita y asusta mas. Por fin, despues de varias decenas de metros llego a la superficie. Puta madre. Sali del lado contrario de la calle y no hay puentes de peatones. Me cago en Dios, desde mi lado de la calle se ve una bandera de México un poco triste ondeando al lado de la salida del metro, mientras un pequeño grupo de personas la rodean.




Así que decido seguir al pequeño contingente desde el otro lado de la calle, hasta llegar a los Pinos, el mismo lugar en que Lázaro Cárdenas mando plantar esos arboles para justificar su nombre, el mismo lugar en el que el pequeño (intelectual y físicamente) ya casi ex-presidente de México pretende que se le coloque una estatua, para celebrar su sexenio de muerte y borrachera, para que su minúscula figura no se quede en el olvido. Supongo que su baja talla no le deja vislumbrar que en cincuenta o cien años la gente aun recordara su sexenio, aun recordara su insensatez y corrupción, aun recordara que el puso la guerra y la nación puso los muertos. 

En fin, esta haciendo frío, y la mañana esta muy gris, mi animo tira mas a lo fúnebre que a otra cosa, hasta que mi cerebro, casi con incredulidad, empieza a descifrar las Golondrinas desde el otro lado de la calle; me cago de la risa por dentro y por fuera. Sigo tomando fotos, y un taxista me mienta la madre mientras cruza la avenida; pero como siempre he odiado a los taxistas y recibido mas mentadas de las que me merezco, no me importa y sigo sonriendo con ganas.





Decido volver sobre mis pasos , y unirme a los manifestantes, asi que corro al metro, recargo tarjeta, subo escaleras otra vez, y camino del lado correcto de la calle, cuando un sujeto, robusto, moreno y bajito me increpa:

-Esta prohibido el paso.
-¿Y eso..? - le respondo tratando de no ser demasiado hostil, lo que inevitablemente suena hostil.
-No se puede pasar, joven -repite, como si no le hubiera escuchado la primera vez.
-Es via publica, ¿No? -le digo, haciendo uso de todo mi encanto, que equivale a cero.-
-¿Cual es su asunto? 
-Tengo que pasar -le respondo- ya bastante irritado-. Vengo a tomar fotos -le explico, mientras camino ignorándolo.
-¡Ah, es de esos! -exclama el policía-militar-no identificado-hijo-de-la-gran-puta, mientras que yo continuo mi camino.

Ya frente a los pinos, una valla de granaderos protege la banqueta, ha sus pies descansan ofrendas florales del día de Muertos, y pienso que es jodidamente apropiado, mientras que algunas ancianas increpan a los granaderos, y alguna televisora o estación de radio, entrevista a Fernández Noroña, al tiempo que con regocijo reconozco otra canción: "El cantinero", de José Alfredo, y me vuelvo a cagar de la risa. Después de eso solo tomo fotos antes de volver a casa.







A vuelo de teclado.

No negare que me descorazona un poco que ha después de seis años de "gobierno" de uno de los presidentes menos capaces de la historia, que después de seis largos años de despropósitos, corrupción y muerte, después de seis años de un fraude electoral evidente, después de estos seis años la afluencia haya sido escasa. Muy poca gente. Pero siempre sera peor quedarse callado. Más aun cuando un nuevo fraude electoral a sido concretado en México. Mas aún cuando la tasa de homicidios relacionados con el trafico de drogas y los homicidios de genero, la violencia y el consumo de drogas han alcanzado una especie de meseta; no aumentan pero tampoco disminuyen de forma significativa y para muchas personas esto ya es cotidiano; ya no te sorprende enterarte de que dejaron la cabeza de alguien afuera de una escuela primaria. Ya no sorprende si te enteras que mataron a otro indocumentado de centroamerica, o un narcomenudista, o que una bala perdida mato a un niño en una feria, o una mujer mientras dormía abrazando a su hija. Este sexenio ha impermeabilizado las consciencias de la mayoría de los mexicanos.Ya no sorprende la violencia,  y cuando sorprende y alcanza niveles realmente grotescos mucha gente ha aprendido a voltear la vista. No vaya a ser que si contemplas el abismo te regrese la mirada. No vaya a ser que te conmuevas y quieras hacer algo, cualquier cosa, no vaya a ser que pienses y salga de su letargo un poquito tu consciencia, no vaya a ser que comiences a profesar un odio sincero por los narco-periodistas y televisoras, o una insensata admiración por aquellos periodistas que se mueren en el frente... en fin, no vaya a ser que te encabrones y alces la cabeza y protestes y te quejes... me ha descorazonado un poco que haya ido poca gente, pero me descorazonaría mas que ya nadie recordara. Ni perdón ni olvido al robo de la presidencia de la República, 2006.







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