Amigas y amigos:
Antes que nada, nuestra profunda solidaridad a todos los afectados por las inundaciones en distintas partes del país.
Seguiremos ayudando a nuestros hermanos de Guerrero, Veracruz,
Tamaulipas y Sinaloa en desgracia. Guardemos un minuto de silencio por
las víctimas.
También queremos expresar nuestro apoyo a las maestras y a los
maestros del país que luchan en defensa de sus derechos. Manifestamos,
sin oportunismos y con respeto a sus autonomías, que siempre van a
contar con nosotros.
Amigas y amigos:
Como acordamos en la asamblea del domingo 8, estamos llevando a
cabo esta segunda manifestación de protesta para evitar la privatización
del sector energético y los aumentos de impuestos.
Agradezco de todo corazón la voluntad y el esfuerzo que han hecho
para asistir a este acto, algunos vienen de muy lejos, con lluvia,
transitando por caminos difíciles y con mucho sacrificio.
Hoy se ha demostrado que vamos creciendo. Somos muchos y seremos más, porque así lo exigen las circunstancias.
Aquí reitero con honestidad y pleno conocimiento de causa, que de
aprobarse las llamadas reforma energética y hacendaria, en vez de sacar
a México de la crisis, lo conduciría a uno de los peores desastres de
su historia.
Como ustedes saben, en los últimos nueve meses, he participado en
300 asambleas informativas, visitando todas las regiones del país. En
mis recorridos, recojo los sentimientos y las angustias de la gente por
la grave situación económica, social y de inseguridad que se padece.
Los caminos pavimentados se están convirtiendo en terracerías. El
campo está en el abandono. Se han caído las ventas en las tiendas; las
pequeñas y medianas empresas siguen quebrando. Millones de mexicanos se
encuentran sin trabajo. No hay dinero y, el que existe, cada vez alcanza
menos por la carestía de la vida.
Continúa el empobrecimiento de los de abajo y de las clases
medias. Con el añadido de que reina la incertidumbre, la inseguridad y
la violencia.
Todo esto se confirma con las cifras oficiales. En el primer
semestre de este año, la economía ha crecido el uno por ciento, en
promedio anual. El sector agropecuario y pesquero permanece estancado;
la industria de la construcción se desplomó en 3.5 por ciento; las
ventas al mayoreo registraron una disminución anual de 6 por ciento y al
menudeo del 0.42 por ciento. La mayoría de los mexicanos ha perdido 10
por ciento de su poder adquisitivo.
Además, de acuerdo a cifras del Instituto Mexicano del Seguro
Social, en el primer semestre sólo se crearon 100 mil nuevos empleos, lo
cual indica que, este año, un millón de jóvenes que ingresan al
mercado laboral, no tendrán trabajo. Más el rezago de millones de
mexicanos desempleados.
Por si fuese poco, en medio de esta profunda crisis, ahora
quieren privatizar al sector energético y aumentar los impuestos, con lo
cual México terminaría de hundirse.
Si no fuese tan grave este asunto, hasta nos esperaríamos al 2015
para decirles: “se volvieron a equivocar, se los dijimos”. Pero ya
basta. El afán de lucro de una minoría no debe prevalecer y menos a
costa del sufrimiento del pueblo y de la destrucción del país.
No tenemos ninguna duda acerca de lo que sostenemos: la
pretendida privatización del sector energético significa, en esencia,
transferir riquezas del pueblo y de la nación a empresas petroleras
extranjeras. Los contratos de utilidad compartida en exploración y
perforación de pozos petroleros, reducirán los ingresos de la hacienda
pública. La entrega a particulares de la refinación, la petroquímica, el
gas y la energía eléctrica, nos dejará sin la posibilidad de utilizar
al sector energético para promover el desarrollo, la creación de
empleos, el bienestar y la paz.
Es cierto que tenemos un pueblo con mucha cultura y vocación de
trabajo y hay otras ramas de la economía muy importantes. Pero nada o
muy poco se podría hacer para rescatar al país, si no se cuenta con el
sector energético. Si nos quitan el petróleo, sería como desangrar a la
patria.
Además de este atentado, quieren compensar el desfalco que
dejaría la privatización del sector energético con los aumentos de
impuestos. Por el momento no voy a utilizar mis argumentos para refutar
lo equivocado de esta absurda política. Sólo quiero citar textualmente
lo que un grupo de empresarios de Monterrey me pidieron que dijera al
respecto:
Es una reforma que no propicia el crecimiento, desincentiva la
inversión, afecta a varios sectores y reduce la capacidad de compra y
consumo de la clase media.
A través de aumentos de IVA y reducción en las deducciones
fiscales, se estrangulará a la clase media y se acabará con las
aspiraciones de movilidad social.
Es una reforma regresiva, pues plantea un déficit fiscal, hecho
que no se daba en los últimos 15 años y que siempre es el antecedente de
las crisis financieras.
En fin, esto es lo que ellos y muchos otros sostienen. Yo sólo
agregaría que la reforma fiscal afecta a casi todos los mexicanos,
porque los aumentos de impuestos siempre se trasladan al consumidor
final.
Ahora bien, aun cuando hay una gran inconformidad por estas
reformas, la actitud del gobierno, hasta ahora, ha sido de cerrazón,
porque piensan que podrán imponerse por encima de la opinión pública y
del interés nacional.
Apuestan a la simulación y al engaño. Por ejemplo, hace unos días
hice mención de que llegó a mis manos el documento de estrategia de la
coordinación del PRI en el Senado, en el cual se habla de realizar, en
dos semanas, foros parlamentarios para la reforma energética. En el
documento se señala que todo será controlado, hasta el manejo mediático.
Una especie de hablas y te vas. Pero lo más preocupante es que, luego
de cumplir este mero requisito, ya están contemplando que en tres días
van a dictaminar, y el 15 de octubre, según ellos, se aprobará la
reforma al artículo 27 y 28 de la Constitución. Hoy hacemos público este
plan, en su versión preliminar.
Amigas y amigos:
Frente a la decisión del gobierno de imponer a toda costa la
privatización del sector energético y el aumento de impuestos, lo cual,
reitero, se traducirá en el agravamiento de la crisis de México,
considero necesario hacer una propuesta pública a Enrique Peña Nieto,
quien de manera oficial ha presentado al Congreso de la Unión, las
iniciativas de reforma de los artículos 27 y 28 de la Constitución y de
Ley de Ingresos para el ejercicio fiscal de 2014.
Antes, debo decir que me dirijo a Enrique Peña Nieto porque así
lo exigen las circunstancias. No estoy olvidando que él llego a la
Presidencia de la República, mediante un fraude electoral que consistió,
entre otras cosas, en la compra de millones de votos, traficando con la
pobreza de la gente.
Si acudo a él como interlocutor es por la emergencia nacional y
porque por encima de cualquier otra consideración, está el interés del
pueblo y de la patria. Nosotros no queremos reconstruir al país a partir
de escombros y de mayor sufrimiento de la gente. México y su pueblo,
merecen, desde ya, progreso, justicia, bienestar y paz.
Mi planteamiento a Enrique Peña Nieto consiste en lo siguiente:
Le propongo que haga un exhorto al Poder Legislativo y a su
partido para que se consulte al pueblo de México, antes de que se
dictamine y se someta al pleno de las Cámaras la reforma energética.
Para saber si los mexicanos están de acuerdo o no, en que se
reformen los artículos 27 y 28 de la Constitución con la finalidad de
otorgar a particulares contratos de utilidad compartida y privatizar la
refinación del petróleo, la petroquímica, el gas, la industria eléctrica
y la distribución y comercialización de los energéticos.
No hay ninguna razón para impedir o limitar que el pueblo de
México sea el que decida sobre este importante asunto. Si se actúa de
manera responsable y con voluntad política, puede ajustarse el marco
legal para celebrar dicha consulta con carácter vinculatorio.
Sé bien que existe un sistema de gobierno representativo, sin
embargo, ningún candidato, ni a diputado ni a senador ni a presidente de
la República, propuso durante la campaña reformar los artículos 27 y 28
de la Constitución. Por lo tanto, nadie, ni en el poder ejecutivo ni en
el legislativo, tiene legitimidad para tomar esa decisión sin consultar
a los ciudadanos. De ahí la importancia de la democracia participativa,
la de preguntar al pueblo soberano sobre los asuntos que le atañen de
manera directa. En esencia, nuestra propuesta consiste en que todos nos
sometamos al mandato del pueblo. En una democracia es el pueblo el que
manda.
También le solicito a Enrique Peña Nieto que modifique su
iniciativa de Ley de Ingresos, eliminando los aumentos de impuestos que
contempla, bajo las siguientes consideraciones:
- Es un agravio querer aumentar impuestos sin combatir la corrupción imperante y sin ajustar el gasto del gobierno. Ya es tiempo de que dejen de robar. Que sea el gobierno el que se apriete primero el cinturón y no la gente.
- Si se aplica un Plan de Austeridad no hay necesidad de aumentar los impuestos ni de seguir endeudando al país. Existen ingresos suficientes para financiar el gasto público. Sólo es cuestión de ahorrar y eliminar los privilegios de la alta burocracia. En ningún momento, menos en épocas de crisis, se justifica que haya un gobierno rico con pueblo pobre. La austeridad no sólo es un asunto administrativo, sino de principios.
- Es el momento de corregir la deformación que prevalece en el manejo de las finanzas públicas. Téngase en cuenta que del año 2000 al 2013, el presupuesto pasó de un billón 239 mil millones de pesos a 3 billones 921 mil millones de pesos. Y el gasto corriente del gobierno, subió de 705 mil millones de pesos a 2 billones 313 mil millones; es decir, el presupuesto se incrementó en 11 por ciento anual y el gasto corriente, en 14 por ciento. O sea, más del doble del crecimiento económico alcanzado en este periodo.
- Esta misma deformación se mantiene en el proyecto de presupuesto para 2014, pues se contempla un aumento del 14.4 por ciento en el gasto corriente. Es decir, se propone subir el gasto corriente de un año para otro en 332 mil millones de pesos, cantidad mucho mayor a los 239 mil millones de pesos que tienen calculado recaudar con todos los aumentos de impuestos.
- Adicionalmente, la propuesta del gobierno incluye un déficit de 1.5 por ciento del Producto Interno Bruto; es decir, se propone endeudar al país con la contratación de créditos por 250 mil millones de pesos.
En razón de lo anterior, nuestra propuesta de austeridad consiste en:
a) Ahorrar del presupuesto público de 2014 -que se estima en 4
billones 479 mil millones de pesos- el 8.6 por ciento; es decir, 385 mil
millones de pesos, para no aumentar los impuestos y mantener el mismo
déficit de 2013.
b) Este ahorro se puede obtener sin afectar partidas destinadas
al crecimiento económico y al bienestar social. Sólo con la reducción
del gasto superfluo e innecesario.
c) El ajuste representaría el 2.5 por ciento del Producto
Interno Bruto. Cabe decir que existe el antecedente de reducciones al
gasto en esta proporción, como sucedió en 1983 y 1995, con la diferencia
de que ahora no se afectará la inversión pública, ni las
participaciones federales a estados y municipios, ni lo que se contempla
destinar a programas sociales.
Aquí hago un paréntesis y me adelanto a señalar que en el gasto
corriente de 2014 está contemplado ampliar el programa de apoyo a los
adultos mayores. Habrá un millón 300 mil nuevos beneficiarios, que
recibirán, cada uno, 6 mil pesos al año. Pero esto sólo significa el 2.5
por ciento de lo que crecería el gasto corriente. Es decir, 7 mil 800
mil millones de pesos, el equivalente a lo que cuesta el nuevo avión
presidencial.
d) El ahorro que se propone se obtendrá de reducir a la mitad
los sueldos de los altos funcionarios públicos; de eliminar el servicio
médico privado, las cajas de ahorro y todos los privilegios de la alta
burocracia (incluidos diputados, senadores, ministros de la Corte,
secretarios, presidente y ex presidentes de la República). También se
propone cancelar la creación o remodelación de oficinas, la compra de
vehículos para funcionarios; reducir viáticos, gastos de combustibles,
telefonía, equipos, muebles de oficina, gastos en asesorías, en viajes
al extranjero, en estudios de opinión, relaciones públicas, consultorías
con agencias de imagen y muchas otras prebendas o erogaciones no
prioritarias.
Por último, aclaro que el documento detallado de esta propuesta,
se lo enviaré el día de mañana a Enrique Peña Nieto, a través de una
comisión integrada por José Agustín Ortiz Pinchetti, Bertha Luján y
Octavio Romero Oropeza. Después de hacer la entrega formal, los
integrantes de la comisión darán una rueda de prensa para informar a la
opinión pública y responder a todas las interrogantes.
Amigas y amigos:
Vamos a esperar la respuesta a nuestra demanda o petición. Pero
lo haremos manteniendo la estrategia de movilización ciudadana pacífica.
Por eso pongo a consideración de ustedes lo siguiente:
- Que sigamos informando, orientando y organizando a los ciudadanos para defender el petróleo y detener los aumentos de impuestos. En especial, dando a conocer nuestro planteamiento de que se lleve a cabo una consulta ciudadana antes de que se resuelva en las Cámaras el asunto de la reforma energética, bajo el lema “¿Tú vas a dejar que decidan por ti?”.
- Formar brigadas para recabar firmas con el propósito de que los ciudadanos pidan ser consultados antes de que se imponga la reforma energética. Esta actividad debe llevarse a cabo en parques, plazas públicas, mercados, escuelas, centros de trabajo, barrios, colonias, unidades habitacionales, pueblos y comunidades. Por mi parte, doy a conocer que desde mañana inicio una gira de 10 días para celebrar 40 asambleas informativas en el Distrito Federal y en el Estado de México. Les pido a quienes vinieron de Iztapalapa, que corran la voz porque nos volveremos a encontrar en cuatro puntos de esa delegación y aviso a los de Gustavo A. Madero, que el martes voy a 4 asambleas más en su delegación, y así en toda el área metropolitana.
- Le propongo también que volvamos a congregarnos el domingo, 6 de octubre, a la misma hora, para realizar otra marcha del Ángel de la Independencia, ahora sí, al Zócalo.
- Que ese día, cada uno de los que estamos aquí traigamos una hoja con, cuando menos, diez firmas de ciudadanos que desean ser consultados en el caso de la reforma energética. Desde ahora se repartirá el formato y se podrá descargar de Internet. El 6 de octubre habrá urnas para depositar las hojas con las firmas.
- También les pido que quienes estamos aquí hagamos el compromiso siguiente: si somos del Distrito Federal cada uno de nosotros deberá convencer a, cuando menos, cinco de los diez firmantes, que hasta ahora no han participado en las movilizaciones, para que nos acompañen en la marcha-mitin del día 6 de octubre. Si somos del estado de México, cada uno debemos invitar a tres de los firmantes; y del resto del país, por lo menos a uno de los firmantes. De esta manera, si todos nos aplicamos y cumplimos con nuestra tarea, seremos tres veces más en la próxima concentración.
- Para entonces ya sabremos la respuesta del gobierno y estaremos más cerca del día 15 de octubre, que es el día que tienen planeado imponer la reforma energética. Por eso será el 6 de octubre cuando decidamos lo que haremos en definitiva.
Amigas y amigos:
Dos consideraciones finales. Primero tener en cuenta que lo más
importante de todo, para salir victoriosos de este desafío, es crecer
cada vez más, hasta lograr que exista una voluntad colectiva dispuesta a
hacer valer los derechos ciudadanos en defensa del pueblo y de la
nación. Para ello, debemos estar dispuestos a construir una amplia
alianza con organizaciones sociales y culturales, con los movimientos
ciudadanos, partidos, sectores económicos, clases sociales, sin
distinción de creencias, ideologías o posiciones políticas.
Segundo, reafirmar nuestro compromiso de luchar por la vía
pacífica, sin caer en provocaciones ni en la trampa de la violencia.
Nosotros tenemos la razón y debemos evadir el acoso de quienes no tienen
consenso y sólo cuentan con el aparato de fuerza. Que quede claro: el
principio de la no violencia sostenido con autenticidad, perseverancia,
sin desbordamientos ni traiciones, es más eficaz que cualquier acción
extremista o supuestamente radical. La violencia es su vía no la
nuestra.
Antes de concluir, les pregunto si están de acuerdo en lo que les he propuesto en su conjunto.
Vamos para adelante.
¡Viva la resistencia civil pacífica!
¡Viva la soberanía del pueblo y de la nación!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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