Naná (1880) Émile Zola

"...tan puta como yo..."

Naná es una puta. Nacida en el arroyo sin fortuna, educación o talento, tan solo depende de su cuerpo para sobrevivir. Superflua y de escasa inteligencia, no se trata de la ramera ideal con corazón de oro, mas bien es una puta que devora las fortunas, mastica a los hombres sin piedad y luego escupe los jirones de piel y hueso sin remordimientos. Si es que siente pena, esta es tan pasajera que para fines prácticos no existe.

De manera inexplicable Naná debuta en el teatro, y aunque es torpe, y carece de talento, tan solo le basta menear un poco el trasero, con gracia, eso si, como para encandilar al auditorio que ruge jubiloso y aplaude con desmesurado entusiasmo. Inexplicable  que una mujer así sea capaz de despertar tales pasiones, inexplicable, quizás, pero no inaudito.


Naná es sorprendente, Zola no disfraza el mas mínimo detalle, no intenta cubrir a Naná con el manto de la heroína trágica, o de la mujer, buena en el fondo, que es consumida por una pasión inconfensable, o por un amor prohibido, que al fin y al cabo es casi lo mismo. Naná es lo que es: una rubia gordezuela, sin instrucción alguna, con pelos en los sobacos, ambiciosa y manipuladora y no intenta disimularlo, a través de la narración observamos como poco a poco va degenerando sin esforzarse demasiado en contener su inevitable caída.
Zola no juzga, no critica, simplemente exhibe fiel a su propia escuela, la vida de la mas señora de todas las putas sin contaminar el relato, con igual meticulosidad nos muestra al personaje de Muffat, un personaje casi arquetípico, que desesperado por poseer a Naná, aunque sea por breves instantes esta dispuesto literalmente a cualquier cosa, incluso a compartir la cama de la puta con quien a ella le plazca, hombre, mujer, ave de corral, o alebrije, disfrutando orgasmicamente mientras se revuelca en la porquería, para arrepentirse con un placer casi místico. En fin, el desarrollo de cada uno de los personajes de la novela es muy cuidadoso y creíble, lo cual dota al relato, que no cuenta con un arco argumental muy elaborado, de interés y credibilidad. Imprescindible.

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