Rob
Fleming ha sido abandonado por su novia, Laura, una mujer profesional
y exitosa, Rob, que esta muy lejos de ser considerado exitoso por nadie,
es dueño de una tienda de discos en el norte de Londres, y vende en
exclusiva vinilos, esos discos negros que tan solo sirven para usarse como frisbis, es el protohipster en toda regla, (solo que el en
realidad si esta jodido, no solo gusta de aparentarlo),
su negocio
nunca ha ido del todo bien, y sus ingresos apenas igualan a sus
egresos a pesar de ello se permite tener dos empleados, Barry y Dick,
ambos con serios problemas de socialización parecen empeñados en
usar toda su energía en ser los mas apasionados melomanos que el
mundo haya visto: pueden pasar por horas discutiendo las cualidades
de tal o cual track que fue grabado en tal o cual sesión y hablando
de todo tipo de rarezas monoaurales, binaurales y ese tipo de mierdas
que ya a nadie le importan, pero ellos se perciben en la cresta de la
ola, y pasan la mayor parte de su tiempo elaborando listas
interminables acerca de series, peliculas, y musica, a diferencia de
Rob a ellos no les da mucho por reflexionar
Porque
a Rob el pasado le parece mas tangible que el futuro, y, así de a
poco se sumerge en el pasado y en como sus viejas relaciones pudieron
marcar el rumbo de su vida… claro, que en el fondo no deja de ser
un poco cretino, y se las ingenia de maravilla para evadir cualquier
tipo de responsabilidad con relación al estado actual de su vida.
A vuelo de teclado.
Empieza
bien, con las referencias correctas es un texto gracioso, sin
embargo, seamos honestos, nadie se va acordar de este libro en veinte
años, y el entusiasmo con que la critica pareció recibirlo en un
principio es injustificado, vale la pena leerlo solo si te apetece un
buen trozo de literatura chatarra. No hay mucho más que decir.
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